Mavis sueña con tener su casa propia, y el sueño parece finalmente al alcance, cuando su padre le presta los ahorros de toda su vida para el depósito. Sin embargo, su esposo Arthur tiene otros sueños y decide pasar con su hija Emmy un día fantástico, descubriendo que prefiere unas horas de felicidad a una vida llena de convencionalismos.