Miguel de Unamuno es exiliado a la isla de Fuerteventura por sus críticas al dictador Primo de Rivera (1924). Allí vivirá en el pequeño pueblo de Puerto Cabras. Hastiado por la situación, el escritor se empeña en mostrarse huraño y encerrado en sí mismo. Sin embargo, su relación con los isleños, el conocimiento de la realidad del lugar y el contacto con la isla, provocarán su salida del aislamiento. Aprenderá de manera casi inadvertida una lección que no olvidará hasta el final de su vida, en los albores ya de la dictadura franquista.