Apenas 24 horas después del mayor atentado terrorista de la historia de Europa, se procede a desguazar los trenes en los que se produjo la masacre. Los vagones, esenciales para la investigación del caso, fueron destruidos rápidamente y, con ellos, la oportunidad de recoger, analizar y contrastar pruebas de tal importancia como muestras de ADN o análisis del explosivo utilizado. En paralelo, la inesperada aparición de una furgoneta sospechosa crea un nuevo escenario en el que se centra la investigación policial. La famosa Kangoo blanca, en cuyo interior varios agentes declararon no encontrar nada relevante, pronto adquiere protagonismo: tras romperse la cadena de custodia y «desaparecer» durante una hora, la Policía científica encuentra en ella un trozo de cartucho, siete detonadores, prendas de vestir, catorce chalecos, herramientas y una cinta con versículos del Corán. Todo muy conveniente, dando apariencia de preparado, fabricado.